Mariú, la niña protagonista de
El día que mamá perdió la paciencia, está
muy preocupada porque su madre, aparte de perder las cosas normales, esta vez se ha quedado sin paciencia y Mariú se siente responsable, porque ha sido, en parte, por su causa y se pregunta
“¿y dónde hacen paciencia o cómo se puede prestar”? Su padre no le contesta porque está muy ocupado y Mariú encuentra una aliada importante en
Lía, una especie de hada, aunque ella se define como “una princesa winx, witch y sirena”. Lo bueno de Lía es que
busca cosas perdidas. Gracias a ella, Mariú vivirá
una aventura en el mundo de los sueños y aprenderá el valor de las cosas invisibles, pero
esenciales como el hambre, el aburrimiento y, por supuesto, la paciencia.

Mariú entra
en contacto con el mundo de la fantasía y accede a ese lugar mágico en donde habitan los sueños y las cosas invisibles.De alguna manera, aprende a
conocerse mejor a sí misma y a estar más segura de sus comportamientos. Porque, al fin y al cabo, lo importante es “que tu vida sirva a los demás, o sea, no estar todo el rato viendo la tele y comiendo galletas”. Su madre, por fin, parece recuperar la paciencia y Mariú sale del sueño fortalecida y feliz.
El día que mamá perdió la paciencia se divide en siete capítulos, tantos como los años que tiene Mariú y narra una historia destinada a los niños y niñas de esa edad, a los que ya saben leer y pueden disfrutar con la fascinación de las palabras.La lectura del libro brinda, por lo tanto,
sorpresas y momentos inesperados.
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